Tricotar está de moda, esto es algo innegable y, por lo que se ve, desde que Julia Roberts, Russel Crow o la mismísima Sarah Jessica Parker hacen punto, lo de tricotar es una moda imparable.
Sin embargo, esta moda -que esperamos no sea pasajera- tiene mucho de beneficiosa para nuestro bienestar físico y psíquico.
Tejer tiene propiedades ansiolíticas, ya que nos obliga a concentrarnos en lo que estamos haciendo, impidiendo que prestemos atención a los pensamientos automáticos negativos y así que las respuestas fisiológicas de ansiedad del sistema simpático se desencadenen.
Hacer punto o ganchillo hace que manejemos la motricidad fina, la cual requiere cierto grado de desarrollo neuronal, por tanto es bueno para ralentizar los efectos del envejecimiento neuronal, además, hacer ganchillo o tricotar, obliga a ejercitar las manos que, en caso de sufrir artrosis será un beneficioso ejercicio.
Cuando hacemos punto estamos fortaleciendo la coordinación ojos-manos.
Tricotar fortalece nuestra autoestima. La autoestima depende, entre otras, fundamentalmente de dos variables: La Competencia y la Valía. Cuando aprendemos a tricotar estamos aumentando nuestra valía porque adquirimos una competencia. En la medida en que somos capaces de terminar una labor por sencilla que sea; poder lucir un cuello o una bufanda y decir: "La he tejido yo misma", ese "orgullo" no es otra cosa que una expresión de nuestra fortalecida autoestima.
Si, además, nos unimos a uno de los muchos clubes de tricotar que hay en España, además, estamos estableciendo redes sociales de las de verdad, de las de verse la cara, charlar, dar y recibir consejos, dar y recibir abrazos.
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