martes, 25 de marzo de 2014
Cuando el corazón se rompe
Todos, alguna vez a lo largo de nuestra vida, hemos podido sentir que se nos rompe el corazón.
En la adolescencia, cuando todo es nuevo, cuando la vida está llena de primeras veces, se nos puede romper porque estamos probando y en ese probar tal vez nos dañen o seamos nosotros los que hagamos daño a alguien.
Cuando llegamos a la edad madura, las heridas del corazón no siempre tendrán que ver con el amor. El corazón se rompe por muchos y diferentes motivos:
Por humillación
Por abandono o rechazo
por una traición
Por abuso o intimidación
Por sentimiento de culpa
Por que nos sintamos desvalorizados, despreciados o se nos trate con indiferencia
Por comparación con otras personas.
En el proceso de sanación del corazón se pasa indefectiblemente por ciertas etapas. Estas etapas son las siguientes:
1ª Etapa. Supervivencia psíquica
Al principio no podemos enfrentarnos al dolor por su intensidad. Sólo podemos sobrevivir. Respirar. Poner un pie delante del otro. Sin embargo, hay cosas positivas que puedes extraer de esta etapa. ¿Cómo lograste sobrevivir? Piensa un momento en esa fuerza que te mantuvo a flote.
2ª Etapa: La toma de conciencia del funcionamiento como víctima.
Si te quedas en la primera etapa, nunca olvidarás tus heridas afectivas. Las alimentas... y engordan. No te liberas del sufrimiento. Te conviertes en prisionero de tu dolor.
Uno debe de buscar dentro de sí mismo qué sentimientos alberga:
Compasión
Queja
Juicio
Crítica
Falta de confianza
Deseo de venganza
Irresponsabilidad
Esperar que alguien se ocupe de ti y de tu dolor
Tal vez sientes agresividad
Todos, en algún momento de nuestra vida nos podemos sentir como víctimas en diverso grado. No hay que mentirse ni engañarse a uno mismo. Uno ha de mirarse a sí mismo con verdad. Acepta esa parte de ti con la compasión que requiere porque esa es la única forma de que retomes el control sobre tu vida. En esta etapa tendrás que ver qué grado de responsabilidad tienes tu sobre las causas que te hirieron el corazón. Asume esa responsabilidad sin culparte, sin ser tu peor juez. Tómate tu tiempo.
Respira. Respira hondo, cierra los ojos. Visualiza ese corazón herido y no te detengas en ningún pensamiento en concreto. Deja que las cosas, sencillamente, pasen.
Cuando hayas pasado este momento, estarás listo para pasar a la siguiente etapa.
En esta tercera etapa es conveniente tomar distancia -incluso física- con respecto a los desencadenantes de tu dolor. Aléjate de lo que te daña. Toma distancia física y emocional.
En una cuarta etapa llegamos a la verdadera aceptación. Aceptamos lo que las cosas son. Eso no quiere decir que estemos de acuerdo con ellas, sólo lo aceptamos como cosas que forman parte del devenir normal de la vida.
No te resistas al dolor, porque resistirse es negarlo, es no aceptarlo, es luchar y derrochar energía en un acto inútil. Si te niegas a lo que son las cosas, las causas de tu dolor permanecerán.
No alimentes rencor. La vida es efímera en sí misma y las relaciones que han sido significativas en la vida pueden dejar de formar parte de ella. No te resistas, no te recrees en el dolor que una ruptura produce. El dolor del inicio es inevitable, recrearte en ese dolor es sufrir de forma innecesaria.
Ya está casi todo el trabajo hecho: ahora sólo te queda volver a ti mismo, a tu esencia. Cuídate, date algún capricho. ¡¡¡¡Te lo mereces!!!! haz ejercicio, mima tus sentidos: escucha música que te guste, come sano y rico ponte tu perfume favorito, duerme en sábanas de algodón suaves, ve a ver alguna exposición bonita. Alegra tus sentidos en todos los aspectos porque nadie lo merece más que tu.
Sé agradecido y amable. Agradece todas las cosas buenas que tienes y se amable con los demás. Esto te pondrá en una secuencia positiva. Cuando das las gracias siempre lo haces por las cosas buenas y si eres agradecido estarás viendo solamente las cosas buenas.
En la sexta etapa responsabilizate de las decisiones tomadas y del grado de responsabilidad que has tenido en ese dolor. No te juzgues, date permiso para equivocarte, date permiso para no ser perfecto y deja que tu dolor siga su camino lejos de tu vida.
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